miércoles, 7 de diciembre de 2011

Azor - Tzompantli

I

Ya no eres la columna de ojos.

Ahora,
¡mírate!
Te has vuelto
una pesadilla.
Por los rostros que te conforman,
corre la sangre de nuestros hermanos…

No eres paz.
Eres la muerte
que materializa
tu esencia cayada.




II

Aún escucho los gritos
de todas las almas empaladas.

Niños,
jóvenes,
adultos,
ancianos…
La ciudad entera yace ahí,
sepultada en su propio cuerpo.

Y sus rostros…
¡Contempla sus rostros!
¿Qué no ves que las lágrimas
que derramaron
se han vuelto el propio muro
que las separa de nosotros?

¿Por qué sigues en el intento
de seguir con aquél juego macabro?

Pero no me haces caso.
Cortés ya ha hablado contigo,
y todas sus palabras no se han vuelto fruto
de aliento.

¿Por qué la pelota se ha vuelto
a favor de los dioses,
y en contra de quienes la crearon?

¡Déjenlos ir!
que éste mundo en escala
deja de ser cómodo.
¿O pudieses acaso
soportar tu no-vida
en ése muro de cráneos?

jueves, 1 de diciembre de 2011

Hermes - Sueño

La mano arriba… cintura sola… da media vuelta… ¡Danza Kuduro!” Escuchaba la canción mientras me bañaba, suelo poner música al realizar este ritual diario para así poder calmar mis ansias, pero ya no importa, no importa nada; al final ella llegó.

-.- O -.-

Estaba a unas cuadras de mi casa en un taller mecánico cuando llegó una amiga y me dijo que se llevaría mi camioneta, yo le dije que estaba bien así que bajé mis dos mochilas, mis libros, y procedí a irme caminando. Llegué a la privada e iba caminando en el lado donde se encuentra la puerta trasera cuando vi a una mujer paseando a su perro, no había nada en especial, a excepción de que ella tenía el mismo perro que yo. Seguí caminando y di vuelta en la esquina, ya casi llegaba a la puerta principal cuando me percato de que el perro de la mujer venia siguiéndome, volteo para ver donde se encontraba ella y allí estaba frente a mí, mirándome, nuestras caras a una distancia de 30 cm; fue allí cuando la vi bien. Más alta que yo, delgada, con un vestido totalmente blanco, tez pálida, expresión seria como la muerte y unos ojos penetrantes de calavera que te llegan a ver el alma. Sentí mi estomago revolverse y un escalofrío recorrer todo mi cuerpo. Di media vuelta para ir hacia la entrada principal pero era muy tarde, ella ya estaba de ese lado. Comenzó a fluir el pánico, cada vez estaba más cerca y no tenía a donde huir, vi la barda que tenía a un lado, era la cerca de mi casa. Pasé mis dos mochilas al otro lado y me dispuse a saltar la barda; casi lo lograba cuando siento una mano huesuda tomar mi tobillo, ella no me quería dejar ir. De alguna manera logre soltarme y llegué al otro lado; cuando bajaba vi a la mujer mirarme, aun con su expresión seria, y disponerse a ir a la puerta trasera. Bajé de un salto y corrí a la puerta de la lavandería. “Por favor que tenga las llaves, por favor que las tenga, por favor”, era lo único que podía pensar mientras rebuscaba en mi mochila escolar; milagrosamente no las había olvidado, abrí la puerta de la casa y puse todos los candados. Me dirigí hacia la sala y… *Beep Beep*

De vuelta a la realidad, al parecer solo había sido un sueño, aunque no podía sacarme de la cabeza la imagen de la mujer de blanco mirándome al cruzar la barda. Me dirigí al mi baño para lavarme la cara y fue cuando lo sentí, allí estaba, volteo y solo está la típica pared verde y la cortina mal puesta en la regadera. Me apuré a peinarme y al ver por la ventana ¡la vi! Allí parada en medio del jardín mirándome con esa expresión tan característica de ella. Voy al comedor a desayunar y puedo visualizarla en la ventana, observando a través de las persianas, ella está allí yo lo sé.

Al llegar a la escuela estoy completamente alerta, nada mas observando cada uno de los rincones de ésta. Aunque por alguna extraña razón se que ella no puede estar aquí. Va pasando el día y la paranoia está disminuyendo, claro, al fin y al cabo solo fue un sueño. Llego a mi casa y me dispongo a hacer una tarea que me habían dejado de unas clases de lógica; estoy completamente sola en mi casa, no tenía ganas de acompañar a mi mama a recoger a mis hermanos, es la misma rutina de siempre. Es cuando, estando allí frente a la computadora, comienzo a oír llaves sonando. “¿Mamá? No, no puede ser, apenas han pasado 15 minutos desde que se fue… ¿Acaso alguien ha entrado a la casa? Y ahora tocan la puerta… ¿Pero cómo llegaron hasta la puerta de la lavandería si el garaje está cerrado?... ¿Qué acaso no entre yo por esa puerta cuando me perseguía la mujer de blanco? Y ahora oigo un bostezo, ¡Hay alguien allí lo sé! Debo de ir a investigar, sería buena idea llevar un cuchillo, aunque si es uno de mis hermanos jugando… mejor iré cautelosamente” Voy a la puerta y el cerrojo no estaba puesto, estaba segura de que lo había puesto. Tomo la manija, la abro y encuentro al perro pegándole a la puerta con su cola, lanzando gruñidos (que parecían más bostezos) a su carnaza y brincando de un lado a otro. Debí haberlo imaginado… Me retiro a continuar con mi tarea cuando me comienzo a preguntar si el perro traía los cascabeles en su collar que suenan como llaves, en el sueño no recuerdo si entre con las llaves o al momento de entrar las deje tiradas fuera de ella, tal vez, solo tal vez… no, tonterías, eso no puede ser así. Siento que cada vez me vuelvo más loca.

Al pasar la tarde me retiro a darme un baño, ha sido un día largo y necesito algo con que relajarme. Voy subiendo las escaleras y escucho que algo se cae por el cuarto de mi mamá. Podría ir a investigar pero no me atrevo… si no hay nadie en la planta alta, no quiero saber cómo fue que se cayó ese objeto desconocido; así que tomo mis cosas y me dirijo al cuarto de baño. La planta alta está completamente silenciosa… demasiado, así que tomo mi celular y pongo una lista de canciones al azar para escucharla mientras me baño. Mis ansias aumentaban pero solo me decía a mí misma “no pasa nada, concéntrate en la música.

La mano arriba… cintura sola… da media vuelta… ¡Danza Kuduro!” Esa sensación de que alguien te está mirando, se que había alguien al otro lado de la habitación, intento abrir los ojos y distingo a través de la cortina de baño una silueta blanca, aunque fue cuestión de segundos para que entrara el shampoo a mis ojos, dejándolos ardiendo. Llega el pánico a mi cuerpo y me apresuro a quitarme con agua esa horrible sensación de mis globos oculares; en cuanto cae el agua enjuago un poco y volteo instantáneamente al otro lado del cuarto. Doy un gran suspiro de alivio al ver que no hay nadie allí, doy media vuelta para tomar la esponja y jabón y allí estaba frente a mí, nuestras caras a una distancia de 30 cm mirándome; la música seguía sonando, pero ya no importa, no importa nada; al final ella llegó.

“Aquel día decidí cambiar tantas cosas... Aquel día aprendí que los sueños son solamente para hacerse realidad.”

- Walt Disney



miércoles, 3 de agosto de 2011

49 grados

...Nunca han extrañado cuando los días eran largos, el cielo era más azul y todas las cosas (llámense muebles, juguetes...objetos en general) eran más grandes?

...Nunca les ha parecido que el mundo esta loco?

...Nunca se han sentido como un niño pequeño intentando alcanzar un globo que está atorado en una rama muy alta?

...Nunca han sentido que son un pájaro que se asoma al precipicio, incrédulo de que ya es hora de que se deje caer y aprenda a volar?

lunes, 9 de mayo de 2011

Voltaire - Una doble como yo

-¡Buenas noches!- exclamó con cariño mamá. Luego cerró la puerta tan rápido que no pudimos responderle. Estando ya solas en la habitación, mi hermana y yo, nos dispusimos a dormir. Mientras esto ocurría me quedé mirando el techo tan minuciosamente que llegó el momento en el que me perdí dentro de mis pensamientos y comencé a recordar las miles de cosas que me ocurrieron durante el día; como cuando tus ojos están viendo algo fijamente, sin embargo, tu mente está viendo tus recuerdos…de repente un ruido extraño me sacó de mis pensamientos y me devolvió a la realidad en la que estaba: mi habitación. Me causó interés descubrir qué había sido aquel ruido, solo sabía que provenía del patio trasero de la casa, el cual, está justo al lado de nuestra habitación; así que me puse de pie y descalza caminé como pude, debido a la obscuridad, hacia la ventana que daba con el patio…me subí al sillón que está justo debajo de la ventana y arrodillada en él abrí cuidadosamente la cortina para no despertar a mi hermana, solo uno de mis ojos era el que podía ver a través del vidrio; lo primero que vi fue al pequeño toby, (mi perro el cual dormía en aquel patio), moviendo su simpática colita y viendo en dirección al cerco trasero, estaba segura que veía algo porque no era normal que estuviera tan alegre y emocionado viendo nada…¡Santo Dios!, recuerdo perfectamente aquel rostro que se asomaba por arriba del cerco, ¡era el mío!, ahora comprendía qué era lo que toby miraba, una péquela y maléfica sonrisa manifestaba aquel rostro, ¡tenía un cuchillo en la mano, temí por toby!, así que golpeé la ventana para que volteara a verme pero él comenzó a ladrarme como si fuera una desconocida, mi mirada volvió al cerco y aquel rostro mío ya no se asomaba por ahí…todo fue tan extraño, pareciera como si toby confiara en aquella persona y no en mí, como si ella hubiera sido su ama desde siempre y no yo… Me alejé rápidamente de la ventana y sin poder ver absolutamente nada choqué con el espejo del tocador y por un pequeño rayo de luz que provenía de la ventana pude ver mi reflejo; primero una cara de espanto (por el susto) fue lo que vi y luego comencé a reír macabramente con una cara de gozo indescriptible, después, con mi mano derecha, tapé mi boca para parar de reír, cuando sentí que alguien acarició mi cuello por detrás, volteé inmediatamente y no había nadie…preferí volver a mi cama y cobijarme completamente. Caí en un sueño profundo que cuando volví a abrir los ojos ya era de mañana. Pasaron algunos años y no le platiqué a nadie lo que me ocurrió aquella noche de mayo, debido a que poco a poco le fui perdiendo importancia, aunque siempre me quedé con la duda…                                             Yo ya estaba en la universidad cuando para un 17 de septiembre, cumpleaños de mi papá, fuimos a comer a un restaurante. Llegamos, nos sentamos, y todo marchaba bien. En aquel restaurante había bastantes espejos como parte de la decoración (supongo). Ya habíamos ordenado y mientras nos traían la comida, nos quedamos platicando un rato. Justo cuando mamá estaba comentando algo sobre mi blusa, yo vi en uno de los espejos a otra joven con la misma blusa, me pareció curioso que alguien más la tuviera, pero cuando vi que se trataba de la misma joven que era idéntica a mí  y que había visto hace ya algunos años fuera de mi habitación , ya no me pareció tan agradable haberla visto en aquel espejo; bastó parpadear una sola vez para perderla de vista, aunque no tardé mucho en volverla a encontrar en otro de los espejos…la vi caminando y quise seguirla, pues no pensaba volver a quedarme con la duda de saber quién era ella, como ya lo había hecho años atrás. Así que me paré diciendo que iría al baño, sin embargo, me dirigí, sin que nadie se diera cuenta, a la puerta de salida, para seguir a aquella joven…tenía miedo, pero mis ganas de buscarla fueron más grandes. Cuando la vi, estaba caminando por el paso de peatones cruzando la calle “L” e inmediatamente corrí tras ella. Ella solo caminaba y por más que yo corría y corría no lograba alcanzarla…me sentía fuera de lugar, hasta que llegamos a un muelle y nos miramos fijamente a los ojos…ninguna de las dos pronunciamos palabra, hasta que me dijo con una voz verdaderamente leve: -¿Podría tomarme una foto contigo?-. Yo dije confundida y sorprendida por aquella extraña pregunta: -Si-. Entonces se acercó a mí y ella misma tomó la foto sosteniendo la cámara con una de sus manos, después inesperadamente arrojó la cámara sobre la madera vieja del muelle y con una fuerza inexplicable me ató a ella impidiéndome escapar. Ahora nuestros pies estaban unidos por una cuerda gruesa y rasposa; luego ella se aventó al mar y por consiguiente me jaló a mí también. Las incontrolables olas nos cubrieron por completo; sin poder hacer algo, quedé inconsciente y cuando desperté estaba aquí, donde estoy ahora, ¡en esta aldea!; sin conocer a nadie y al decir verdad no sé qué fue de aquella joven, quizás se ahogó y solo me pudieron rescatar a mí de entre las aguas o quizás tomó mi lugar y mi vida. Mientras tanto aún tengo la ilusión de regresar y volver a ver a mi familia… 

Wodahs - En la espera


Y él espera, espera que ella se de cuenta
que se de cuenta de lo que siente por ella,
que se de cuenta de que eso es real,
que ese sentimiento no es pasajero,
que ese sentimiento es amor,
y mientras ella vive su vida,
él espera.

Gea - Los reyes gigantes

Paseando por las antiguas y dañadas calles del pueblo de Asmish, el viejo Mcguire y su nieto Louis se dirigían camino a casa. Disfrutando de la compañía de su nieto que pocas veces lo había podido visitar. Su nieto de apenas  5 años, comiendo una de esas paletas de manzana acarameladas, le parecía a esa poca edad tan interesante el mundo externo y no se si se debiese a su edad o a la extrema curiosidad que sentía por conocer todo, que no había uno solo momento en que el niño no preguntase algo. El hombre tenía tiempo atrás que había dejado todo eso de cuidar niños y jugar en el patio trasero pretendiendo ser un avión, pero se sentía feliz. Disfrutando de la compañía de un niño al cual le multiplicaba la edad por mas de doce veces, cuando pasaron por  una enorme casa, vieja y abandonada, podría decirse que casi igual de tamaño que una mansión solo que un poco menos voluminosa. El niño con su paleta casi terminada, detuvo sin pequeños pies para quedarse quieto y boquiabierto ante tan impresionante vista. Mcguire notando su comportamiento, se acerco, coloco su mano sobre su hombro y con una ligera sonrisa sobre su rostro ya arrugado, con ojos cansados de vivir como si quisiesen ya cerrarse para no volverse a abrir, orejas colgantes y dientes ya algo teñidos de un color amarillento, el hombre le dijo:
-¿conoces la historia de ese lugar?-dijo con un tono interesante, aun conociendo la respuesta obvia que tendría.
-no- dijo su nieto, aun boquiabierto y con sus grandes ojos cafés bien abiertos.
-bueno, te diré que esa enorme casa ha sido testigo de grandes acontecimientos.
-¿enserio?- contesto asombrado.
-así es, acerquémonos y podre explicarte mejor.
Ambos caminaron hacia delante, aunque no lograron llegar muy lejos debido a una larga reja oxidada que se encontraba
en la entrada, a varios metros de distancia de la puerta principal.
-abuelo, ¿que es todo esto?, ¿porque es tan grande?, ¿aquí viven gigantes?
Su abuelo no pudo evitar soltar una pequeña risa ante tan curiosas preguntas para después responderle:
-veras, este lugar una ves fue hogar de unos gigantes, ciertamente, pero no eran solo unos gigantes cualquiera. Oh, no. estos gigantes eran de una clase mayor, ellos eran de la realeza.
-¿de la realeza?, ¿que es eso?- pregunto ingenuamente-
-eso significa que eran reyes, con coronas y todos los lujos posibles. Déjame contarte: hace cientos de años, tantos que ni siquiera los pudieras contar con tus dedos, vivían en esa casa unos reyes con su hija y sus sirvientes, ellos tenían muchas cosas valiosas, joyas, oro, dinero. Oh, no había nada que no pudiesen tener. No existía lujo que no poseyeran. Aunque debes saber que estos reyes no eran conocidos por todos los bienes materiales que poseían, ni por su enorme casa. Ellos tenían una característica mucho más sorprendente, eran gigantes. Altos y grandes gigantes. Un elefante podría parecer su mascota a lado de ellos.
-¿enserio abuelo?, un elefante podría parecer su mascota a comparación de ellos- repitió como si intentase entender
lo que decía.- ¿pero como es eso posible?, ¿que ocurrió con ellos?, ¿porque se fueron?
-bueno, no conozco muy bien como es que ellos llegaron a habitar esta casa. Pero si se porque se fueron.
-abuelo, por favor dime. Necesito saber- dijo insistente.
-esta bien, te diré pero debes saber que no muchas personas saben de la desaparición de estos gigantes. Algunos aun siguen creyendo que viven aquí. Así que debes mantenerlo solamente entre tú y yo, ¿de acuerdo?
-si, lo prometo. No le diré a nadie.
-al parecer ellos se fueron porque la mama del rey había enfermado y necesitaba de mucho cuidado. El rey no quería dejarla desprotegida ni sola, así que fue a hacerle compañía por un tiempo.
-¿y ya esta bien su mama?
-estoy seguro de que si, los gigantes son muy fuertes y resistentes.
-¿ahora viven con ella?
-eso es algo que no se, pero algunas personas dicen que se mudo a otra casa, mas grande, creo que cerca de un castillo
en Devonshire. Cerca de la casa de la mama del rey.
-¿entonces esta sola la casa?- pregunto con una pequeña iluminación en los ojos, esperando por una respuesta positiva.
-no del todo.
-¿como?, ¿aun vive alguien ahí?
-al partir los reyes no quisieron dejar su casa sola, libre y despejada para que cualquier intruso entrara y la dañara.
O peor aun, que la habitara. Ellos tenían varias opciones, entre ellas estaba dejar a cargo a su buen amigo y fiel consejero al cuidado de la casa, pero eso parecía demasiado para la familia por que significaría perder por un buen tiempo a un gran amigo. Otra opción que tenían era pedir la ayuda de un mago, ¿no se si lo conozcas? se llama Merlín- hizo una pausa esperando por la respuesta de su adorado nieto.
-no- contesto con gesto de curiosidad.
-ya te platicare sobre el después, pero ahora terminare de contarte esta historia.
El niño sin objetar nada guardo silencio y espero a que su abuelo continuara.
-Hm... ¿en que me quede? oh, si. El mago Merlín, un excepcional mago, muy poderoso. Pensaron en solicitar de su ayuda para aplicarle un hechizo a la casa y así nadie pudiera entrar, sin embargo cuando intentaron localizarlo por medio de sus abejas mensajeras, no lo pudieron encontrar. Al parecer había tomado unas vacaciones improvistas y no había dejado aviso alguno de donde lo pudieran encontrar. Así que tuvieron que descartar la idea. Los reyes pensaron durante varios días otras opciones, mas por una causa u otra nunca podía realizarse tal decisión. El tiempo se les estaba agotando y el rey seguía muy preocupado por su madre. No quería dejara sola en estos momentos que mas necesitaba de su presencia. Hasta que por fin a la hija del rey, la princesa, se le ocurrió una idea. Quizás era algo descabellada, pero era la que más se les facilitaba en ese momento y que no se necesitaba de mucho tiempo de espera.

Ya seca la boca por tanto hablar tosió un poco y mientras pasaba saliva, su nieto dijo:
-anda abuelo, por favor termina. Quiero saber quien vive ahora en la casa.
Mcguire rió solo como un viejo sabe hacerlo
-de acuerdo, ellos optaron por la opción de traer a su dragón de Alaska y dejarlo suelto por los patios de la casa- dijo,
alegre de haber terminado su historia.
Mas su nieto después de haber escuchado a aquella oración se estremeció, tomo a su abuelo de la mano y empezó correr en dirección opuesta a la de la casa, intentando tirar de su abuelo que se encontraba inmóvil tratando de comprender el extraño comportamiento de su nieto. Al ver que no daba resultado su esfuerzo, el niño empezó a decirle a su abuelo:
-¡anda abuelo, corre, corre!  Hay que irnos pronto de aquí- decía insistente, mientras seguía tirando de su mano.
-¿irnos de aquí?, pero si aquí no hay ningún peligro- dijo el Mcguire.
Aunque en ese momento se sentía mas confundido que su propio nieto al ver la casa.
-¡por favor abuelo, corre, corre! no podemos quedarnos aquí- decía ya casi a manera de suplica.
-pero hijo mío, aquí no esta pasando nada- dijo mientras lo tomaba de la mano, que aun seguía insistente en moverlo.
Y mientras se arrodillaba para poder tenerlo cara a cara, le dijo:
-cariño,  ¿que te sucede?, ¿porqué de repente estabas tan emocionado por conocer la historia de esta casa y ahora te quieres ir?, ¿es que acaso no te gusto la historia?- dijo mirando a su nieto a los ojos, con ánimo preocupado. Su nieto estaba perdido en una ola de pensamientos y preocupación, buscaba a su alrededor algo que no encontraba. Movía su cabeza de un lado a otro y nada aparecía. Hasta que se dio cuenta que su abuelo lo veía, esperando su respuesta.
Volteó a verlo y dijo:
-es que, abuelo, tu dijiste que habían traído a su dragón de Alaska y que lo habían dejado en el patio de la casa para que
la cuidara.- dijo, mientras lo sujetaba con sus pequeñas manitas los hombros.
-así es hijo, ellos trajeron a su dragón. Pero aun sigo sin entender tu preocupación.
-abuelo, un dragón es muy grande y si ves bien este cerco no lo es tanto como para detener a un dragón si intentara salirse.
-oh, ya veo tu preocupación. Pero no tienes que preocuparte el dragón esta ahí adentro y no va a salir- dijo comprendiendo
ahora porque su nieto de un de repente había querido salir huyendo.
-no, el no esta ahí adentro.
-si, lo esta. ¿Porque dices que no?
-ya te dije, un dragón es muy grande. Si estuviera ahí adentro ya lo habría notado.
El niño empezó de nuevo a perder contacto visual con su abuelo, buscando ansiosamente a su alrededor y empezando a tirar de el, como en un principio.
-¡anda abuelo! si nos vamos pronto, no notara que estuvimos aquí y no nos hará nada.
-espera por favor, es que olvide decirte algo...
-después abuelo- dijo, interrumpiéndolo.
-es que necesitas saberlo ahora, antes de que lo olvide de nuevo- dijo intentando esconder una risita, para no parecer burlesco- el dragón no lo puedes ver porque esta oculto en aquella torre. Dijo, mientras señalaba la parte trasera de la casa.
-¿en la torre?, ¿estas seguro abuelo?- dijo con cierto desconcierto ante tal confesión.
-claro que si, es que este dragón es un poco diferente a los que has visto en tus cuentos y de los juguetes que tienes.
-¿entonces es mas pequeño?, por que tiene que serlo para poder caber en esa torre tan pequeña.
-aaa... es que tu la ves pequeña, pero en realidad no lo es.
-¿a, no es así?
-oh, por supuesto que no. este dragón claramente es diferente a los que conoces, porque nadie lo ha visto jamás,  obviamente nadie intentaría entrar aquí, y si nadie lo ha visto, nadie puede saber como es.
-¿ni siquiera tu?
-ni siquiera yo. Y la torre es muy grande y segura. Solo mantiene al dragón por si alguien quiere entrar.
-¿entonces estamos a salvo, verdad abuelo?
-mas que a salvo- dijo mientras dejaba ver una enorme sonrisa.
Su nieto respondió de igual manera dejando salir una risa, ambos se abrasaron, respiraron hondo y profundo y dejaron salir el suspiro más largo de toda su larga y corta vida. Mcguire miro el reloj en su muñeca y se dio cuenta ya iban retrasados.
-¡hay no! tu madre nos va regañar, ya vamos bien retrasado.
El niño rio graciosamente y le dijo:
-te van a regañar abuelo.
Y empezó a reir burlona pero tiernamente. Dejando ver una sonrisa chimuela, con sus dientes disparejos y apenas saliendo.
Su abuelo lo miro pensativo y le dijo:
-así que, ¿con que burlándote del abuelo, eh?
Lo tomo de por las axilas con ambas manos y lo coloco en sus hombros a manera de soldadito. El niño empezó a reír.
-¡no abuelo, está bien no me burlare de ti!- dijo dejando salir varias carcajadas, mientras su abuelo le hacia cosquillas.
-oh, no. ya es muy tarde. Tendrás que ajustar cuentas llegando a casa- dijo riendo igual de fuerte como lo hacia su nieto.
Así continuaron todo el camino, con risas y sonrisas a más no poder, que les pareció corto al darse cuenta que ya había
llegado a casa.

miércoles, 4 de mayo de 2011

Pepe - Emociones

Este cuento se basa dentro de la mente de un pequeño niño. Hay miles de personajes inquietos y divertidos dentro de ella. La Imaginación, por ejemplo, es muy feliz ahí haciendo sus locuras con su mejor amiga la Creatividad. Hay otros personajes no tan contentos, como la Tristeza o el Miedo que suelen aislarse de los demás y a veces se alimentan de los frutos del árbol de la Soledad haciéndose más poderosos, lo suficiente como para gobernar a los otros y lo peor, esclavizar a la Felicidad. La Felicidad es una doncella muy hermosa a la que siempre se le puede encontrar cantando tomada de la mano de Inocencia, quien es hermana de Pureza. Inocencia es muy traviesa, tanto que suele caer con frecuencia en el Pozo de la Ingenuidad. Todos estos personajes tan diferentes conviven en la joven mente de un niño llamado Andrés.

Pepe - Efecto Mariposa

El efecto mariposa es una teoría que establece que el aleteo de las alas de estos insectos puede hacer cambios drásticos en la naturaleza en el transcurso de muchos años. Funciona parecido al efecto dominó. Este fenómeno no es específico de ese insecto, si no que aplica con todo lo que ocupa un lugar en el espacio. Precisamente así empezó el fin del mundo, pero con la hoja de un árbol.

Un hombre escribía un libro en la banca de un parque pero una hoja que cayó de un árbol a su alrededor llamó su atención. El hombre volteo en la dirección de la hoja y notó que mas allá había hombres elegantemente vestidos subiendo a una Van negra lo que parecía ser una máquina cubierta por una manta. El escritor en un momento de suma curiosidad, siguió a esos misteriosos hombres en su Jeep Grand Wagoneer 86. Los hombres se dirigían a una especie de centro de investigaciones. El lugar estaba plagado de guardias armados y cámaras por lo que el escritor se estacionó lejos del lugar. Intento asomarse por una barandilla pero para su mala suerte uno de los guardias lo vio y alarmó al resto. Seguridad le disparó varias veces hasta cerciorarse de que había muerto. Los disparos distrajeron a los científicos que se encontraban experimentando con tecnología de una aeronave que había caído a la Tierra en el 1958. Este centro de investigaciones era el Área 51. En el momento de distracción de uno de los científicos accidentalmente recargo su mano en una cavidad de la nave. Esto activó un mecanismo de defensa del vehículo espacial que la hizo estallar. La potencia de la explosión fue equivalente a 150 bombas atómicas y destruyó la Tierra dejándola partida por la mitad. La otra mitad fue erradicada de todo tipo de vida ya que la explosión liberó un tipo de radiación que tenía como finalidad exterminar toda forma de vida inteligente, natural o artificial, en un diámetro de 15^24 kilómetros. Ese fue el fin de nuestro planeta, ocasionado por una simple hoja…